domingo, 4 de mayo de 2014

RESILIENCIA

Tras este aparatoso nombre se encuentra un “nuevo” concepto que proviene de la física hasta aterrizar en el campo de la salud mental. Se refiere a la capacidad que tiene un material para recuperar su forma tras ser sometido a circunstancias que lo deforman. En el campo humano se referiría a la capacidad de las personas para mantener un funcionamiento adaptativo y adecuado frente a las adversidades, o sea, seguir funcionando sin venirse abajo ante acontecimientos negativos.
también puede describirse la resiliencia como la capacidad de una persona para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves.
En la psicología, el concepto de resiliencia o afrontamiento señala la capacidad para enfrentar situaciones críticas, sobreponerse y salir airoso y fortalecido, en vez de frustrado o debilitado.
O sea que a los psiquiatras nos vendrían de maravilla unas pastillas de resiliencia, una cada ocho horas, para luchar contra la auténtica epidemia de “pseudo-depresiones” que no son más que falta de resiliencia, o sea, escasa capacidad de responder a la adversidad o al simple estrés. Hablamos a veces de lo que está ocurriendo.
Hacemos referencia a los cambios generacionales. La capacidad de soportar los embates de la vida de las personas que tienen ahora más de 60-70 años, personas que tuvieron unas circunstancias, en su infancia y adolescencia, mucho más penosas que las que hemos podido disfrutar generaciones posteriores, es muy superior a la que podemos ver en chavales de 20 años a los que cualquier mínima circunstancia adversa, véase ruptura sentimental, no tener un cuerpo escultural o la incapacidad de llegar a las más altas cotas de consumo, les supone un drama de consecuencias irreparables.
Quizás ocurra que la resiliencia se desarrolla más adecuadamente en circunstancias adversas. Este término fue adaptado a las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos. Se ha dicho que todo comenzó con la observación de algunos niños criados en familias con padres alcohólicos, quienes pese a esto, se recuperaban y lograban una calidad de vida aceptable.
La resiliencia puede verse como una capacidad que podría incluir cualidades como esperanza, tolerancia, resistencia, tolerancia, adaptabilidad, recuperación o superación de contingencias, autoestima, resolución de problemas, toma de decisiones, y templanza ante presiones considerables. Otras características que destacaríamos serían el mayor coeficiente intelectual y mejores habilidades de resolución de problemas, mejores estilos de afrontamiento, empatía, conocimiento y manejo adecuado de las relaciones interpersonales y sentido del humor positivo.
La resiliencia conlleva conductas, pensamientos y acciones que cualquier persona puede aprender y desarrollar. Se trata de una nueva mirada de cómo los diferentes seres humanos afrontan posibles causas de estrés: malas condiciones y vejaciones en la familia, reclusión en campos de prisioneros, situaciones de crisis como las causadas por viudez o divorcio, las grandes pérdidas económicas o de cualquier otra índole. 
Los individuos “resilientes” se destacan por poseer un alto nivel de competencia en distintas áreas, ya sea intelectual o emocional, buenos estilos de afrontamiento, autoestima elevada, sentimientos de esperanza, autonomía e independencia, entre otras. Entre las características del ambiente en que se han desarrollado los sujetos resilientes se destaca que han tenido algún evento traumático a corta edad; provienen de familias con padres competentes que les han brindado relaciones cálidas y afectuosas, integrados en redes sociales de apoyo. Lo importante de todo esto es saber que disponemos de una capacidad para superar las adversidades que nos permitirá vivir mucho más y mejor.
Tampoco quiero una muralla para repeler las fuerzas que lleguen del exterior. Lo que yo deseo es una fuerza que me permita ser capaz de recibir todo cuanto proceda del exterior y resistirlo. Fortaleza para resistir en silencio cosas como la injusticia, el infortunio, la tristeza, los equívocos, las incomprensiones”. La señora Saeki le responde: “Probablemente sea esa la fuerza más difícil de alcanzar”.

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