martes, 6 de mayo de 2014

MENOS TDAH, MÁS ATENCIÓN 9 ESTRATEGIAS QUE TE AYUDARÁN

MENOS TDAH, MÁS ATENCIÓN
9 ESTRATEGIAS QUE TE AYUDARÁN
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No hay ninguna pastilla mágica que desaparezca todos los problemas relacionados al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, ni una familia o escuela lo suficientemente comprensiva e informada que sea capace de controlar las dificultades por completo.
Sin embargo, existen estrategias básicas que pueden adaptarse a cada etapa y necesidad. Les presento algunas que han sido creadas por mis propios pacientes, quienes han comprobado que sirven porque si éstas sólo se imponen o las crea alguien que no ha vivido el problema, suenan atractivos pero no ayudan.
1. RECONOCER EL PROBLEMA
El TDAH involucra a toda la familia y ésta debe aprender sobre el tema. Los que no lo tienen tienden a malinterpretar la conducta del otro y creen que se comportan así a propósito, siendo que en realidad no pueden hacerlo de otra manera.
2. PRIORIZAR LAS DIFICULTADES
Quienes viven este problema tienden a generalizar: “Todo está mal”, “Nunca lo haces o lo hago bien”, “Siempre es mi culpa”… El tiempo que se invierte y el costo emocional de esta actitud imposibilita reconocer cuáles son los asuntos más importantes que afectan la vida cotidiana.
3. ¿LIMPIEZA Y ORDEN? ABURRIMIENTO Y DISTRACCIÓN
Es un mito creer que mejora la situación cuando no hay distracciones ni ruido y todo está en su lugar. Muchos pacientes me han compartido que esto los hace aburrirse y distraerse aún más.
Hay que recordar que en el TDAH existe baja tolerancia a lugares o situaciones monótonas. Buscar ambientes que motiven y nos mantengan activos (música, escritorio con materiales, tablón con fotos, etc.) dirige la atención más que desviarla. Recuerda que hay lógica en el desorden de cada persona.
4. “SI ME MUEVO, NO ME ENREDO”
Con TDAH no pueden controlarse fácilmente los impulsos ni los movimientos (hiperactividad), por eso son tan inquietos y hablan en exceso. Para manejarlo se debe practicar la capacidad de permanecer quieto o callado como si se hicieran abdominales.
Los niños necesitan retos para detenerse antes de responder o no moverse. La actividad debe permitirse utilizando pausas y movimientos entre tarea y tarea. Checa el video Burbujas de autocontrol
5. PAUSAS Y OBJETIVOS CLAROS
Lapsos cortos de trabajo y descansos en las actividades son más efectivos y útiles para avanzar y finalizar las tareas. Los objetivos claros se asocian a saber qué esperan los demás y qué espero de mí en diferentes situaciones para dirigir la conducta a un fin y no a un concepto. De esta forma la inquietud también se disipa.
6. FUERA DE LA VISTA, FUERA DE LA MENTE
“Automatizo y recuerdo, necesito listas que me dan pasos y que me vayan diciendo a dónde me dirijo y cuánto me falta. Si veo la consecuencia, voy a saber dirigir mi conducta. Si veo de frente y me fijo en otros elementos de la situación que me den pistas y claves, lo recuerdo y atiendo”. Por ejemplo, “si no estudio para el examen, la consecuencia que visualizo es que estaré en el salón de clases sin recreo”.
7. IDENTIFICAR LA EMOCIÓN ANTES DE QUE SUCEDA
Ante este trastorno se tiene dificultad para “bajar el volumen” de las reacciones o pararlas de inmediato, lo cual resulta muy frustrante para quien lo experimenta. De ahí la importancia de reconocer el enojo antes de que se manifiesta escuchando a nuestro cuerpo. Revisa las fases en los episodios de explosión y frustración
8. LA UTILIDAD DE LOS EJEMPLOS
Conocer los diferentes escenarios y practicar posibles soluciones o actitudes frente a problemas comunes favorecerá el que tu hijo piense antes de actuar y tenga respuestas más asertivas. Como parte de una buena táctica para controlar los impulsos están las claves para recordar el mantener la calma y los ejercicios de relajación inmediata.
9. APRENDER A SER FLEXIBLE Y BUSCAR OPCIONES

Una de las habilidades afectadas cuando se tiene TDAH es la capacidad de buscar alternativas. Debemos empezar por practicar la flexibilidad como una habilidad que se aprenda gradualmente a partir de situaciones cotidianas que no representen un reto mayor, como cambiar de rutinas, probar cosas nuevas, retomar algo que antes nos gustaba mucho o aprender una canción. Conoce algunas actividades para tolerar la frustración.

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