domingo, 4 de mayo de 2014

MI HIJO FUE DIAGNOSTICADO COMO T.G.D., 

(TRASTORNO GENERALIZADO DEL DESARROLLO). 

¿CÓMO DEBO TRATARLO?

04MAY
LA VIDA JUNTO A MI HIJO AUTISTA Y T.G.D.
Al decir de Isabelle Rapin, el autismo no es una enfermedad sino una disfunción del cerebro que se manifiesta en el área de la conducta, pero su diagnóstico por sí mismo no determina las causas que lo originaron ni las zonas específicas del cerebro con disfunción. Este desorden de las funciones cerebrales, al igual que en la mayoría, es de 3 a 4 veces más frecuente en varones que en niñas; las razones de esta preponderancia está aún en estudio y la teoría de los efectos de la testosterona en la maduración cerebral el desarrollo intrauterina del sistema inmunológico, no se encuentra validada por la ciencia hasta este momento. Las características propias del niño autista se manifiesta claramente en los ámbitos de su desempeño:
Juegos: Los niños autistas muestran un cierto empobrecimiento de su juego. Comúnmente, manipulan los objetos en vez de jugar con ellos. Cuando realizan juegos imaginativos, repiten con reiteración llamativa, algún escenario aprendido con anterioridad. Otra de sus características es que tienden a jugar solos, ya que les resulta casi imposible incorporar a otro niño en el juego.
Sociabilidad: Este ámbito es siempre deficiente en los niños autistas, pero puede variar desde el absoluto desinterés por la presencia cercana de otras personas, hasta un esquema de preguntas permanentes al adulto, como manera de interactuar socialmente. También pueden presentar conductas opuestas, según los casos,  que oscilan desde lucir distantes y evasivos hasta entrometerse en el espacio de otros, sin inhibición alguna para tocarlos, olerlos o besarlos. Es un error pensar que todos los niños autistas son incapaces de expresar afecto de manera espontánea; algunos rehuyen el contacto físico alejando a quienes quieran abrazarlos, pero otros, se cuelgan de otras personas, -en general adultos de la familia-, o incluso hasta llegar a ser indiscriminadamente afectuosos con extraños.
Afecto: Sólo una parte de los niños con autismo son severamente aislados afectivamente. En la mayoría de los casos, sólo se trata de un entorpecimiento de la relación afectiva, producto del deterioro de sus impulsos comunicativos. Algunos niños autistas sienten temor de objetos inofensivos como escaleras, rociadores o incluso, algunos juguetes. Otros persisten en la compañía de un objeto de su agrado, como un palo, un trozo e tela o un hilo. Su extrema ansiedad, los lleva a rechazar su cooperación en tareas  que para nada son amenazantes. Respecto de su expresión afectiva, es en general muy lábil: suelen presentar lágrimas, risas o impulsos agresivos, sin motivación aparente. Por otra parte, pueden producir berrinches o comportamientos auto-agresivos, si no se hacen las cosas a su manera.
La familia: Dado las circunstancias especiales que rodean al niño autista, está claro que el funcionamiento de la familia estará siempre altamente condicionado por sus deseos y particularidades; es probable que sea él mismo quien determine qué almorzará la familia, cuándo es hora de dormir y dónde dormirá cada uno. En la adolescencia, tal vez con mayor conciencia de su aislamiento social y sus limitaciones, es probable que el joven autista presente síntomas de enojo o depresión.
Lenguaje: Una de las mayores preocupaciones de los padres de niños autistas en edad preescolar, es la falta o escaso desarrollo del lenguaje expresivo. Sólo en el caso de niños con Síndrome de Asperger, que suelen hablar a temprana edad, aunque lo hacen con oraciones que han aprendido bien o comerciales televisivos y que repiten de manera estereotipada. Cuando finalmente los niños autistas comienzan a hablar, suelen hacerlo a través de algunas ecolalias, que es la repetición sin sentido de algunas palabras o frases escuchadas en el ámbito adecuado, pero en general, tienen dificultades para comprender el lenguaje conectado. Estos niños suelen acompañar sus juegos con una catarata de discursos inconexos e irrelevantes; en suma, el desarrollo del lenguaje de los niños autistas, se ve severamente retrasado.
Memoria: Muchos niños autistas, tienen una memoria verbal y/o visual, de características sorprendentemente superior a la media. Recuerdan citas textuales, lugares rutinarios recorridos, comerciales televisivos, etc,, aunque esto contrasta con la marcada limitación de comprender y recordar lo que el educador intenta enseñarles.
 MENTIRAS Y VERDADES SOBRE EL AUTISMO
1 – Es falso que los niños autistas tienen siempre un menor coeficiente intelectual. Dentro del espectro autista encontramos niños con diferente nivel intelectual.
2 – Es falso que los problemas de lenguaje en niños autistas no tienen solución. Tienen un lenguaje desordenado y requieren terapias específicas.
3 – Para poder contactarnos con ellos, es necesario trabajar cara a cara e inducirlos a mirar, sin llegar a forzarlos para que lo hagan.
4 – Es falso que sólo los médicos pueden detectar el autismo. Los propios padres o luego las maestras de preescolar, suelen ser las primeras personas que detectan características acordes con esta disfunción.
5 – Es falso que el autismo es causado por una mala actitud de los padres. Ésta sólo puede exacerbar o atenuar los trastornos, pero no causarlos.
 RECOMENDACIONES PARA TRATAR CON NIÑOS AUTISTAS
                             SI
                           NO


Reconocimiento y aceptación
Negativa y contradicción
Guía, soporte y acompañamiento
Culpas, negación, intolerancia
Valorización y sentimientos
Rechazo, reclusión, impaciencia
Ambiente predecible y regular
Cambio de rutinas y órdenes
Directivas claras de las conductas deseadas
Desidia o sobreprotección
Firmeza en las directivas y control verbal
Enojo, rigidez y castigos

Los niños con TGD, funcionan a partir de las sensaciones. Para relacionarse con ellos, sea como papá como así también el terapeuta que trabaja su reeducación, habrá que crear situaciones que lo pongan en contacto con su propio cuerpo y el del adulto. Más tarde habrá una representación gráfica y finalmente, una representación verbal. De esta forma, se estimulará el desarrollo de sus destrezas de conocimientos y su atención focalizada en lo que se le intenta enseñar. Esto le permitirá relacionarse mejor con su entorno y favorecerá el desarrollo de sus destrezas de aprendizaje: imitación, aprendizaje a partir de la observación, etc. Es necesario organizarles el espacio y el tiempo.
 Cada niño TGD, debe tener su espacio propio, algo suyo, único, como también organizarles horarios y actividades concretas como referencia.
 Es necesario que los padres de estos niños, sepan que el camino es largo y deben armarse de paciencia, amor y entrega. Muchas veces, sucede que lo adquirido se pierde y debemos regresar a un punto anterior, el que creíamos superado. Sucede como en el juego de la oca, que de pronto el dado nos lleva a un casillero que marca: “Retrocede diez casilleros”. Con paciencia, retrocedemos y seguimos jugando con pesar, pero también con la rebeldía y enjundia de un caballero real.
El programa educativo para niños con TGD, debe ser único e individual, a la medida de cada niño portador de este trastorno. Aun así, se trabaja en grupos muy pequeños, de manera de facilitar y apoyar la percepción y transferencia de aprendizaje, a partir de los riesgos existentes con sus conductas fácticas, no reflexivas. Un niño TGD actúa sin la capacidad crítica de evaluar ningún tipo de riesgos, lo que obliga a los adultos a seguir sus pasos de manera constante y permanente. El aprendizaje de la discriminación de actos según sus riesgos, será entonces un factor relevante en el aprendizaje de estos niños.
Los ambientes educativos donde concurran estos niños, deben ser estructurados, previsibles para el niño y sin complejidades. El Dr. Ángel Riviére, un español especialista en patologías del espectro autista, propone contenidos especiales en los programas educativos, orientados especialmente para estos niños; en ellos, resalta con énfasis la importancia de los ambientes adaptados, donde el niño se desarrolla, tanto el hogar como la escuela.
 EL JUEGO, ESTRATEGIA PARA EL ABORDAJE DE ESTOS NIÑOS
Los juegos son la manera espontánea más idóneas para abordar las tareas de aprendizaje y obtener el desarrollo de sus potencialidades y habilidades, las que seguirá descubriendo durante toda su vida.
Con estos niños se trabaja creando movimientos con las manos. Por ejemplo, el papá, docente o terapeuta, toma con sus manos las del niño y se realizan acciones conjuntas de movimientos, como tirar, empujar, apretar, enrollar, torcer o golpear, utilizando para ello los juguetes adecuados. También, juegos que requieran sentarse en el suelo y escuchar música. En este último caso, resulta interesante acompañar el ritmo con el cuerpo y con las palmas.  También se puede incorporar un instrumento musical o un juguete con sonido o movimiento, debiendo ponerlo cerca del rostro del niño. Al cabo de unos minutos se frena su marcha o sonido y se le pregunta si desea que se lo vuelva a poner en marcha. Si no hay señales, se repite la acción varias veces, hasta que exista una opción de su parte. Es muy importante, trabajar sobre los estímulos sensoriales; es recomendable utilizar diferentes texturas, (arena, agua y semisólidos).  Los juegos que implican esperar turno, o dar y recibir, son algo complejo para estos niños. Es preferible aquellos que consisten en correr y atrapar al otro, intentando siempre establecer contacto visual y que no se sobresalte.

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