¿ME VA A DAR UN ATAQUE AL CORAZÓN?
Es tan intenso el sufrimiento en los
ataques de pánico (crisis de angustia) que las personas que los padecen, o que
los han experimentado alguna vez, se suelen hacer tres preguntas que, de por
sí, son angustiosas: ¿Me puedo morir durante un ataque de pánico? ¿Me puede dar
un infarto de miocardio? ¿Me voy a volver loco? La respuesta a estos tres
interrogantes es clara, firme y contundente: NO.
CARACTERÍSTICAS DE LA CRISIS DE
ANGUSTIA
En una crisis de angustia se
experimenta una aparición súbita, temporal y aislada de miedo o malestar
intenso que, frecuentemente, va acompañada de sensaciones de peligro inminente
y de un fuerte impulso a escapar. Para hablar de crisis de angustia, esta
sensación de miedo o malestar intenso tiene que ir acompañada de, como mínimo,
cuatro de los siguientes síntomas somáticos (fisiológicos) o cognitivos:
·
Palpitaciones,
elevación de la frecuencia cardíaca (taquicardia) o sacudidas del corazón.
·
Sensación de
ahogo o falta de aliento (paradójicamente suele ir acompañado de un aumento de
la frecuencia respiratoria y, consecuentemente, un exceso de oxigenación).
·
Sudoración.
·
Opresión o
malestar torácico.
·
Miedo a perder el
control o volverse loco.
·
Miedo a morir.
·
Parestesias
(sensación de hormigueo o adormecimiento).
·
Escalofríos o
sofocos.
·
Temblores o
sacudidas.
·
Sensación de
asfixia o de atragantarse.
·
Inestabilidad,
mareo, sensación de pérdida de conciencia o desmayo.
·
Desrealización
(sensación de irrealidad) o despersonalización (sensación de estar separado de
uno mismo, como viéndose desde fuera de su propio cuerpo).
·
Náuseas o
molestias abdominales (dolor de estómago, descomposición, etc.).
·
Estos síntomas
aparecen de manera muy brusca y van aumentando en intensidad, alcanzando su
máxima expresión en los primeros diez minutos.
¿POR QUÉ LAS CRISIS DE ANGUSTIA NO
PUEDEN PROVOCARTE UN INFARTO NI VOLVERTE LOCO?
Es muy normal que, cuando surja un
ataque de pánico, tengas la sensación de que te vas a volver loco, a morir por
asfixia o de un ataque al corazón… Y, de la misma manera, es normal que, una
vez superado, se mantenga este miedo a base de anticipar futuras crisis y
posibles consecuencias catastróficas que nunca se van a dar. Sin embargo, no te
favorece nada el tener estos pensamientos negativos (diálogo interno formado
por distorsiones cognitivas) que te provocan más estrés y crean un caldo de
cultivo en tu mente que puede precipitar nuevos ataques.
Contra estos pensamientos te puede
resultar útil saber que la frase “el cuerpo es sabio” tiene mucho sentido en
este contexto, pues cuando aparece una crisis de ansiedad el organismo se
autoregula por sí mismo evitando todo aquello que tanto miedo te da: que te
vuelvas loco, que te ahogues, que tengas un ataque al corazón…
Es decir, nuestro organismo de manera
constante intenta mantener un equilibrio homeostático en todos sus parámetros
(temperatura, frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria, etc.), de manera
que cuando se da un desequilibrio provocado, por ejemplo, por una crisis de
angustia, en el que estos parámetros se disparan, él mismo tiende a volver a
sus valores normales originales.
Esto quiere decir que, si durante el
ataque de pánico, sentimos que el corazón se nos va a salir por la boca de lo
acelerado que lo tenemos, éste va a volver de manera natural a bajar su
frecuencia cardíaca hasta tener un latido normal. De la misma manera, todos los
demás síntomas bajan de intensidad cuando han llegado a su “tope”, que puede
ser más o menos intenso en función del ataque, del momento en que aparece y de
las posibles estrategias que utilice la persona que lo sufre para detenerlo (en
caso de que lo intente). Una vez superado el ataque de ansiedad, el sujeto
siente agotamiento debido al gran esfuerzo que ha hecho el organismo al
intentar mantener a raya todos los parámetros. Pero no pasa nada: se repondrá
porque está preparado para ello… es sabio.
Así pues, cuando aparezca un ataque de
pánico y nos demos cuenta de que ya no podemos hacer nada para pararlo,
“simplemente”, y sé que es fácil de decir y muy difícil de llevar a cabo,
tenemos que dejar que nuestro cuerpo se autoregule por sí mismo. Si antes de
tener el ataque ya vamos con esta mentalidad, y trabajamos pensamientos del
tipo: “si me viene un ataque, ya pasará”, “será horrible pero no me voy a
morir”, “lo peor que puede pasar es que me desmaye… si me desmayo del suelo no
paso… ya me despertaré”, etc., estamos ayudándonos a que la intensidad del
ataque no sea tan elevada e, incluso, mediante este diálogo interno positivo,
podemos evitar la aparición de estos ataques o, en todo caso, conseguir que los
síntomas no sean tan intensos.
En relación a los ataques al corazón
que tanto preocupan, es necesario tener claro que las crisis de ansiedad por sí
solas no pueden desencadenarlos, pues las causas son otras. En concreto, los
ataques cardíacos están provocados por un coágulo que bloquea una de las
arterias coronarias (transportan la sangre y con ella el oxígeno al corazón),
de manera que la sangre no llega al tejido cardíaco. La falta de oxígeno es la
causa de la muerte de las células del miocardio (infarto de miocardio).
Normalmente esta obstrucción se da
porque estas arterias se han ido engrosando debido a un exceso de colesterol
que, junto con algunas células, forma placas. Estas placas se pueden desprender
y taponar la luz arterial estrechada (puede ocurrir en la aterosclerosis). Por
otra parte, también hay que tener presente que las crisis de angustia NO
provocan ni coágulos ni engrosamiento de la pared arterial. Por lo tanto, y si
acudimos a la lógica, por muchos ataques de pánico que tengamos, si estamos
sanos y no estamos sometidos a los factores de riesgo que nos hacen más
vulnerables, no vamos a sufrir ataques cardíacos. Algunos de estos factores de
riesgo son: niveles de colesterol en sangre altos, tabaco, alcohol, obesidad,
hipertensión y factores hereditarios.
En relación a la respiración, si ésta
se nos acelera (sensación de ahogo), lo peor que puede pasar, antes de que
vuelva a su frecuencia normalizada, es que el cuerpo se oxigene en exceso y
que, en consecuencia, aparezcan algunos de los otros síntomas que hemos citado.
En ningún caso vamos a morir por asfixia.
En estos casos en los que se da
hiperventilación, para evitar la excesiva oxigenación (que como decimos no es
mortal) podemos respirar en una bolsa que nos abarque boca y nariz o, en el
caso probable de que no tengamos una bolsa a mano, nos podemos poner las manos
arqueadas (como si estuviésemos estornudando pero dejando un espacio entre
manos y boca/nariz para no quedarnos sin aire) e intentar normalizar la
frecuencia respiratoria. Si la bolsa es pequeña o utilizamos las manos quedará
un espacio muy pequeño para el intercambio de aire, de manera que es preciso ir
retirando la bolsa o las manos en períodos breves para volver a respirar aire
fresco. Si la bolsa es grande pero vemos que el ataque tarda en remitir,
también la iremos retirando y colocando a intervalos hasta que la crisis
desaparezca.
Si no se toma esta medida no pasa
absolutamente nada ya que, como vamos insistiendo, el cuerpo se irá autoregulando por sí solo
aunque el proceso será más lento y desagradable. Es muy importante tener en
cuenta que no siempre que aparezca un ataque de pánico, al contrario de lo que
podemos deducir erróneamente de muchas películas, es beneficioso utilizar una
bolsa para respirar. Esta acción solamente se puede llevar a cabo en caso de
respiración acelerada, síntoma que no siempre se da. Ante la duda, mejor abstenerse para evitar
consecuencias peores.
CUÁNDO ACUDIR A UN PROFESIONAL
En el caso de que las crisis se
repitan interfiriendo en nuestra vida, lo mejor que podemos hacer es acudir a
un profesional que identificará el origen del problema y nos propondrá una
terapia personalizada. Cuando antes visitemos al psicólogo mejor, pues de esta
manera evitaremos la cronificación de las crisis.
Algunos de los trastornos psicológicos
que incluyen crisis de angustia y que se deben tratar lo más precozmente
posible son el trastorno de angustia (con o sin agorafobia) y, en muchas
ocasiones, las fobias. Hablaremos de estos trastornos de ansiedad en futuros
posts.
DESCARTANDO CAUSAS FÍSICAS
Hay algunas enfermedades o situaciones
que provocan los síntomas que hemos descrito y que, por lo tanto, se pueden
confundir con crisis de angustia sin serlo.
Así pues, siempre que se producen
“supuestas” crisis de angustia deben descartarse, antes de etiquetarlas como
tal, determinadas enfermedades o causas físicas.
Entre éstas encontramos la tiroxicosis
o crisis tirotóxica. La tiroxicosis es un síndrome provocado por un exceso de
hormonas tiroideas en el torrente sanguíneo, caracterizado por la manifestación
de sudoración, palpitaciones, taquicardia, intolerancia al calor, temblor,
nerviosismo, irritabilidad y pérdida de peso sin disminución de la ingesta.
También puede aparecer dolor torácico, mareo, sensación de ahogo y sensación de
“estar a punto de morir”, pudiendo aparecer estos síntomas en forma de crisis
de 10-15 minutos que pueden darse una o dos veces al día.
Este alto nivel de hormonas tiroideas
puede estar provocado, a su vez, por diferentes factores. Entre ellos
encontramos el hipertiroidismo (debido a la enfermedad de Graves, adenomas
tóxicos, tiroiditis, bocio, etc.) y la tiroxicosis facticia, provocada esta
última por la ingesta excesiva de hormonas tiroideas (deliberada en pacientes
simuladores o equivocada en pacientes con hipotiroidismo que toman más tiroxina
de la prescrita por el endocrino).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario