martes, 15 de julio de 2014

EL SÍNDROME DEL MUERTO VIVIENTE


(Síndrome de Cotard)
Según describieron los autores, un paciente afirmaba haber muerto ahogado en un lago años antes, aunque decía haber sido reanimado en forma de ‘zombi’ gracias a la radiación de los teléfonos móviles. Así, sentía que aún estaba muerto, que aún estaba bajo el agua y que todos los demás humanos habían pasado por la misma situación que él, con lo que todos eran ahora zombis. Al preguntarle por una explicación y justificación para su conducta violenta, el paciente argumentaba que por supuesto es moralmente incorrecto golpear a personas vivas, ¡pero no hay nada de malo en golpear a zombis! Además, y dentro de su delirio, no tenía miedo de ser perseguido por la ley pues ya estaba muerto y carecía de sentimientos.

Síndrome de Cotard en honor al neurólogo francés que lo describió más detalladamente, un cuadro clínico que se ha observado en casos de traumatismos, esclerosis múltiple, tumores cerebrales, tifus y esquizofrenia, entre otros.

CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
Garry Young (2012) cuenta en su publicación  en Philosophy, Psychiatry & Psychology (2012) cuáles son las características de este síndrome tan espectacular y que nos deja atónitos. Entre ellas destaca la creencia de que uno no existe o que está muerto (o en ocasiones alguna de sus partes del cuerpo). Se consideraba como  parte de un trastorno más complejo llamado ‘delirio de negación’ que incluía también ideas suicidas, melancolía ansiosa (depresión intensa), pensamientos de sufrir un daño grave o estar poseído, y también ilusiones de inmortalidad.

CREENCIA DE QUE UNO NO EXISTE O QUE ESTÁ MUERTO

Como dato llamativo está el hecho de que puedan englobarse dos de esas manifestaciones, en principio opuestas, dentro el mismo cuadro clínico. Así, encontramos, por un lado, la negación de la propia existencia y vida del sujeto, y por otro, la idea de inmortalidad. Según describe Young, hay dos rasgos generales en el síndrome que agruparían sus características clínicas.  Por un lado, los pacientes presentan depresión intensa y esto se asociaría con la melancolía y las ideas suicidas, y por otro, los pacientes sufrirían lo que él ha descrito como un ‘cambio en la existencialidad’, que podría mostrarse como la sensación de no existir y/o la sensación de inmortalidad, según cada paciente. Young plantea que lo que sucede en el síndrome de Cotard es una alteración del estado de familiaridad con aquellos estímulos que percibe la persona, incluido ella misma.

En los intentos por explicar la fenomenología del síndrome de Cotard desde un punto de vista más próximo a la neurociencia, se ha demostrado que estos pacientes tienen, además, una falta de respuesta afectiva ante las caras familiares (medido con la respuesta de conductancia de la piel). Según Young y Leafhead (1996) el paciente con síndrome de Cotard intenta explicarse el hecho de no sentir emoción con un rostro conocido como consecuencia de un cambio en sí mismo (y lo relaciona con la depresión que sufren estos pacientes), llevándole a la conclusión de que debe estar muerto.

Otros autores como Ramachandran y Blakeslee (1998) proponen que estos sujetos tienen una alteración más global de las vías neurales que se proyectan al sistema límbico. Esto conllevaría un aplanamiento en todas las respuestas afectivas a cualquier estimulación sensorial (no solo las caras).

Tienen una falta de respuesta afectiva ante las caras familiares

Según Ratcliffe (2008) se habría perdido el sentimiento que todos tenemos de pertenencia o de participación como parte del mundo. Sería la pérdida del sentimiento de familiaridad con el mundo, así como el no sentirse dueño o poseedor de las propias experiencias.

METABOLISMO CEREBRAL DIFERENTE
Vanessa Charland-Verville y sus colaboradores han publicado recientemente en la revista Cortex (2013) el caso de un paciente que, tras intentar suicidarse por electrocución, estaba convencido de que su cerebro había muerto, a pesar de que su mente y cuerpo seguían activos. Se le realizó un estudio neuropsicológico en el que se evidenciaron alteraciones moderadas en la memoria inmediata y la atención. Además, este trabajo es el primero en utilizar la tomografía por emisión de positrones con fluorodesoxiglucosa para caracterizar el metabolismo cerebral en un paciente con síndrome de Cotard. Los resultados de la prueba mostraron:

Hipometabolismo (menor consumo de glucosa) en la red cortical fronto-parietal bilateral, implicando el precuneo y el cíngulo posterior adyacente, áreas fronto-mesiales y cíngulo anterior adyacente, ambos lóbulos parietales posteriores y frontales dorsolaterales, así como la unión temporoparietal derecha.

Hipermetabolismo (mayor consumo de glucosa) en ambos tálamos, el cerebelo y el tallo cerebral.


Estas áreas son importantes en aspectos como la consciencia y la integración de información sobre uno mismo. Así, los autores proponen que en el síndrome de Cotard tendría lugar una alteración profunda de aquellas áreas que participan en la consciencia y en nuestro permanente sentido de nosotros mismos

EL ESTRÉS EN LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA MODIFICA DE FORMA PERMANENTE EL CEREBRO



Los cuidados inadecuados hacen a los niños propensos a la ansiedad y les impide regular bien sus emociones de adultos

Un estudio revela que el estrés en los primeros años de vida tiene efectos adversos sobre el comportamiento y el desarrollo del cerebro que se mantienen después en la vida adulta. De hecho se sabe que detrás de más de la tercera parte de los trastornos de ansiedad se esconden factores estresantes como la falta de cuidados o los abusos físicos o de otro tipo, que en la vida adulta se traducen en alteraciones emocionales y de conducta. Aunque se había relacionado las pautas de crianza inadecuadas y la falta de atención con una mayor propensión a las alteraciones de conducta y trastornos como la depresión y la ansiedad, hasta ahora se desconocían sus bases neurobiológicas. Tampoco estaba claro si las alteraciones emocionales y conductuales eran el resultado de las experiencias vividas por los pequeños o se debían a trastornos congénitos u otros factores preexistentes como malnutrición materna o exposición prenatal a sustancias nocivas.

Ahora un trabajo llevado a cabo muestra que el cuidado inadecuado de los pequeños altera de forma permanente los circuitos cerebrales que procesan las respuestas de temor, haciéndolos emocionalmente más reactivos, se destacan las alteraciones persistentes en el circuito y función de la amígdala, la estructura cerebral encargada de procesar el miedo y las emociones. Además, estos efectos no son reversibles cuando se elimina la causa del estrés ni disminuyen al desarrollarse otras áreas del cerebro implicadas en la regulación emocional, como la corteza prefrontal.
Adopciones

Para su estudio, los investigadores estudiaron a 16 niños menores de once años criados en un orfanato y los compararon con un grupo control de diez niños criados con su familia. Según los autores las atenciones recibidas por estos pequeños en el orfanato son un buen modelo para estudiar la influencia del estrés en las primeras etapas de vida sobre el desarrollo posterior. Para controlar los factores genéticos y ambientales mencionados, los investigadores crearon un modelo de roedor. Simularon los escasos cuidados recibidos por los niños en el orfanato en los ratones previamente destetados limitando a las madres el material disponible para hacer el nido e interrumpiendo el cuidado materno a las crías. El estudio con roedores se limitó al periodo de destete, para equipararlo a la estancia temporal de los niños en el orfanato antes de ser adoptados. El estudio en roedores se llevó a cabo en edades equivalentes a la preadolescencia, adolescencia y etapa adulta de los seres humanos.

Los autores señalan que se produjeron cambios tempranos y de larga duración en el comportamiento ansioso y la función de la amígdala en los ratones expuestos a un cuidado parental desorganizado, que podría equipararse a la mayor reactividad emocional y los cambios en la amígdala observados en los niños criados en orfanato. Comprobaron que el estrés temprano modifica la regulación del miedo cuando se quiere lograr algún objetivo. Es decir, la posibilidad de que la motivación pueda ser mayor que el miedo y ayude a alcanzar un objetivo propuesto. En este sentido, la psicología evolutiva ha demostrado que la capacidad exploración de los bebés desde que gatean está relacionada con un apego seguro a los padres. Cuanto más confiados son respecto al afecto y cuidado de la figura de referencia, paterna o materna, más se aventuran a alejarse de su proximidad para explorar cosas que les interesan.
Efecto irreversible

Además, estos rasgos ansiosos observados tanto en ratones como en algunos niños criados en instituciones públicas no parecen corregirse a lo largo del desarrollo evolutivo, como muestran los autores. Lo esperable sería que al desarrollarse la región de la corteza prefrontal implicada en la regulación del miedo, la corteza infralímbica, los efectos del estrés temprano disminuyeran, cosa que no ocurría ni en el modelo de roedor ni entre los niños criados en orfanatos que fueron adoptados comparados con sus iguales que crecen con su familia.

Según los investigadores, sus resultados corroboran los hallazgos previos, que indican que recibir cuidados en los primeros años de vida de forma desorganizada e imprevisible puede alterar la regulación emocional de forma permanente con independencia de los factores genéticos y ambientales.

Según los autores, sus resultados están de acuerdo con lo observado en niños adoptados en países donde se dispensan escasos cuidados, y sugieren que podrían beneficiarse de programas de intervención temprana.


No está claro si los efectos de del estrés temprano mejoran tras adopción, ya que pocos estudios siguen a los niños adoptados más allá de la adolescencia. Lo que parece evidente de estos estudios es que cuanto antes se produce la adopción, mejor es el resultado. Este efecto puede ser atribuible a una ventana para el desarrollo emocional y que pasado ese periodo crítico los circuitos cerebrales implicados son menos plásticos (moldeables) o más resistentes al cambio.

lunes, 14 de julio de 2014

LO QUE EL CORAZÓN QUIERE, LA MENTE SE LO MUESTRA



Esta es una entrevista que La Vanguardia Digital le realizó al Dr. Mario Alonso Puig quien es Médico Especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, Fellow de la Harvard University Medical School y miembro de la New York Academy of Sciences y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia.
Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo. "Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional. Por eso, lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando". Hay que entrenar esa mente.
- ¿PSICONEUROINMUNOBIOLOGÍA?
-Sí, es la ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mentalidad y la fisiología del ser humano. Una conexión que desafía el paradigma tradicional. El pensamiento y la palabra son una forma de energía vital que tiene la capacidad (y ha sido demostrado de forma sostenible) de interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos.
- ¿DE QUÉ SE TRATA?
-Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto entreteniendo un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. El distrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación hormonal.
- ¿QUÉ TIPO DE CAMBIOS?
-Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo. Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones adecuadas.
- ¿TENEMOS RECURSOS PARA COMBATIR AL ENEMIGO INTERIOR, O ESO ES COSA DE SABIOS?
-Un valioso recurso contra la preocupación es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.
- ¿CAMBIAR LA MENTE A TRAVÉS DEL CUERPO?
-Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente, no más razonable, llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.
- ¿DICE QUE NO HAY QUE SER RAZONABLE?
-Siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el qué y el porqué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.
EXAGERA.
Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretacion de la realidad.
MÁS RECURSOS....
-La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, específicamente personas con transtornos psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los circuitos que les generaban estas enfermedades.
- ¿PODEMOS CAMBIAR NUESTRO CEREBRO CON BUENAS PALABRAS?
-Santiago Ramon y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metáforica. Ahora sabemos que es literal: "Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro".
- ¿SEGURO QUE NO EXAGERA?
-No. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.
- ¿HABLAMOS DE FILOSOFÍA O DE CIENCIA?
-Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales. Científicos de Harward han demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario pueden reducirse un 80%.
- ¿CUÁL ES EL EFECTO DE LAS PALABRAS NO DICHAS?
-Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite: la percepción va más allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93% del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia.
- ¿POR QUÉ NOS CUESTA TANTO CAMBIAR?
-El miedo nos impide salir de la zona de confort, tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que salir de esa zona.
- La mayor parte de los actos de nuestra vida se rigen por el inconsciente.
-Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando. Pensamos que la espontaneidad es un valor; pero para que haya espontaneidad primero ha de haber preparación, sino sólo hay automatismos. Cada vez estoy más convencido del poder que tiene el entrenamiento de la mente.
- Deme alguna pista.
-Cambie hábitos de pensamiento y entrene su integridad honrando su propia palabra. Cuando decimos "voy a hacer esto" y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro cerebro. El mayor potencial es la conciencia.
- Ver lo que hay y aceptarlo.
-Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar.

Lo que se resiste persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación

domingo, 13 de julio de 2014

TERAPIA DE CONTENCIÓN


Quienes hemos tenido la fortuna de ser padres, sabemos que el amor que sentimos por nuestros hijos es tan grande que no se puede explicar en unas cuantas palabras. Pero en ocasiones, a pesar de ese inmenso amor que les prodigamos, surgen conflictos que nos impiden una adecuada vinculación con ellos y esto a su vez hace que surjan tropiezos en el desarrollo emocional del niño. Estos conflictos se pueden dar por inexperiencia o por ausencias prolongadas de los padres y poco a poco van creando un distanciamiento afectivo en la relación padre-hijo o madre-hijo.

¿QUÉ ES LA TERAPIA DE CONTENCIÓN?
Es un tipo de terapia que, bajo la dirección de un terapeuta experimentado, pueden aplicar los padres con sus hijos para sanar relaciones en conflicto. Es una nueva aproximación terapéutica para el manejo de trastornos tales como el autismo, problemas de límites, agresión, ansiedad, enuresis, encopresis, niños tiranos, problemas con niños adoptados, miedos, etc.
¿EN DÓNDE SURGE LA TERAPIA DE CONTENCIÓN?
Surge en Nueva York con la Dra. Martha Welch y posteriormente en Alemania con la Dra. Jirina Prekop (checa de nacimiento). Se practica en Alemania, Polonia, República Checa, Suiza y Austria mostrando resultados positivos en intervenciones a corto plazo.

¿CUÁL ES SU OBJETIVO?
La terapia de contención tiene como objetivo sanar relaciones en conflicto entre padres e hijos. Dicha terapia se basa en la premisa de que hay casos en que se presentan déficits crónicos en la vinculación madre-hijo y por tanto trastornos en la confianza básica del niño. Esto en ocasiones genera un caos afectivo que echa a andar una relación de ambivalencia (amor-odio). Los afectos destructivos de coraje, tristeza, miedo, etc. no se controlan sino que estallan abruptamente. Frecuentemente la respuesta del adulto a esta conducta es aislar al niño, mostrar indiferencia o pegarle, reforzando aún más sus conductas destructivas. Esta situación aumenta y se desarrolla en espiral. La terapia es una vía segura de comunicación profunda que permite a los padres y a la pareja confiar en su rol aumentando en ellos y en sus hijos la autoestima y potencializando su desarrollo.

¿A QUIÉN VA DIRIGIDA LA TERAPIA DE CONTENCIÓN?
Está dirigida a la diada madre-hijo o padre-hijo. Consiste en establecer un intenso contacto físico (abrazo) de la madre o el padre con el niño, bajo las instrucciones del terapeuta. En el proceso en el que el adulto sujeta a su hijo se lleva a cabo una apertura de sentimientos lo bastante fuerte como para romper los conflictos de relación en los que ambos se encuentran. Dicha terapia rompe las conductas ambivalentes de amor y odio entre ambos, proporciona a los padres un control más efectivo de sus emociones y permite al niño entrar en un proceso de liga afectiva (re-bonding). Los síntomas del niño tienden a desaparecer prácticamente a partir de la primera sesión.

¿CUÁL ES LA METODOLOGÍA?
La vinculación madre-hijo, básica para el desarrollo de todas las potencialidades del niño y de su seguridad, se ve afectada o lastimada provocando una serie de problemas y trastornos. Esto se resuelve al introducir nuevamente el abrazo de manera terapéutica, al buscar reestablecer el vínculo de amor. En principio, el terapeuta mantendrá aproximadamente 3 entrevistas preliminares con la madre o el padre que va a llevar a cabo la contención, en las cuales explorará la dinámica familiar para poder detectar el origen del conflicto y preparará a la madre o padre para afrontar el problema, resolver sus culpas y le ayudará a adquirir la fortaleza necesaria para que pueda surgir por fin el abrazo de contención. Después acude el niño con la madre o padre y el terapeuta dirige la sesión en la que madre e hijo se abrazan, primero en un abrazo apretado, en el que en ocasiones el niño quiere zafarse, pero la madre habla con él, le dice lo que ella siente, y busca que el niño externe su enojo, sus miedos, sus añoranzas hasta que pueda por fin el abrazo de amor, en el que el niño sienta que está protegido por unos brazos fuertes que no lo van a soltar. Mediante la terapia de contención (o del abrazo), es posible cambiar la dinámica de la relación madre-hijo ante sentimientos de odio, tristeza, etc y enfrentar estos sentimientos, en lugar de aislar o ignorar al hijo. Esto contribuye al resurgimiento del amor que los libera ayudándolos a restablecer una vida plena y feliz.

¿EN QUÉ CASOS ESPECÍFICOS ES RECOMENDABLE LA TERAPIA DE CONTENCIÓN?

Se recomienda en los siguientes casos: Vinculación deficiente por separación prolongada de la madre (hospitalización, incubadora, viajes largos, trabajo de jornadas prolongadas, etc.) Depresión, miedo (incluso miedo al contacto físico y al abandono) Autismo Niños con sentimientos de rechazo, falta de confianza básica y seguridad Trastornos psicosomáticos (neurodermatitis, asma, frecuentes cuadros infecciosos, etc.) Agresión contra sí mismos y contra los demás. Trastornos del sueño y de la alimentación. Hiperquinesia, hiperactividad. Enuresis, encopresis. Todas las relaciones en que los padres sientan que el amor no fluye libremente (conflictos profundos de ambivalencia amor-odio, franco rechazo y fuerte aislamiento).

sábado, 12 de julio de 2014

POSTULADO DE ERIC KANDEL

Eric Kandel
La anatomía del circuito neural es un ejemplo sencillo del conocimiento a priori kantiano, mientras que las modificaciones de la firmeza de conexiones particulares dentro de ese circuito reflejan la influencia de la experiencia.

Entre los principios descubiertos por Kandel, están los siguientes:

1) Las modificaciones de la fuerza sináptica subyacentes al aprendizaje de un comportamiento pueden ser suficientes para reconfigurar una red neural y su capacidad de procesamiento de información.

2) En coincidencia con la teoría de Cajal, un determinado conjunto de conexiones sinápticas entre dos neuronas puede modificarse en sentidos opuestos mediante formas distintas de aprendizaje; puede debilitarse o reforzarse, pues la habituación atenúa la sinapsis mientras que la sensibilización y el condicionamiento clásico la refuerzan. Esos cambios duraderos en la tenacidad de las conexiones sinápticas son los mecanismos celulares que sustentan el aprendizaje y la memoria de corto plazo. Además, como los cambios se producen en diversos sitios del circuito neural correspondiente al reflejo de retracción, la memoria no se almacena en un lugar determinado sino que se distribuye en todo el circuito.

3) Se comprueba que en las tres formas de aprendizaje la duración de la memoria de corto plazo depende de la longitud del periodo de atenuación o afianzamiento de la sinapsis.


4) La robustez o tenacidad de una sinapsis química determinada puede ser alterada de dos maneras distintas, según la índole del circuito neural activado por el aprendizaje: un circuito mediador o un circuito modulador.

jueves, 3 de julio de 2014

Como superar los desacuerdos en la pareja



 
Los desacuerdos en la vida de pareja son frecuentes. Al fin y al cabo se trata de dos personas con diferente historia, manera de ser, pensar y sentir. Por ello es importante aprender a solucionarlos de manera que la relación, antes que debilitarse, se fortalezca y madure. Veamos cómo manejarlos positivamente. Hay varios aspectos fundamentales para lograrlo en forma adecuada, pero los más importantes son: el respeto y la aceptación, la valoración de las diferencias y una permanente y correcta comunicación.
 
El respeto y la aceptación
El respeto y la aceptación son alimento vital para el amor, sin ellos la relación se asfixia y perece. Pero el respeto y la aceptación no los logramos de la noche a la mañana, sino que es una práctica paciente, cuidadosa e insistente.
Aceptar no significa resignarnos pasivamente y aguantar todo, sino recibir al otro con amor y benevolencia, con comprensión y empatía. Esto no riñe, en ningún momento, con el hecho de ser asertivos y proactivos en la relación, como veremos después.
Algunos de los pensamientos más perjudiciales para la vida de pareja son aquellos en los que me digo: “¿Por qué no eres más paciente conmigo? ¿Por qué no me entiendes y piensas como yo? ¿Por qué no haces las cosas como yo quiero?... etc., etc.”. Constantemente quisiéramos que las cosas, el mundo y los demás pensaran y se comportaran como yo quisiera y fueran como yo creo que deberían ser. No obstante, como esto no es así y nunca lo será, nos alterarnos cada vez que ello ocurre, llenándonos de enojo, tristeza, frustración, contrariedad, malestar, depresión. Nos empeñamos en seguir tratando de cambiarlos y de lograr que se acomoden a nuestro modo y a nuestros deseos y creencias. Si analizamos los sentimientos positivos o negativos que nos asaltan durante el día, nos daremos cuenta de que, con frecuencia, tienen que ver con lo que acabamos de plantear: son de luz si las cosas son como yo quiero; son de sombra si no lo son: por ejemplo, nos sentimos alegres cuando nuestra pareja acepta acompañarnos a un plan que nos gusta hacer (ir de compras, a cine, salir con amigos, etc.), pero nos sentimos deprimidos cuando el otro esta ocupado y nosotros queremos hablar de algo.
Este mecanismo de reacción y acción se convierte frecuentemente en un callejón sin salida, fuente de frustraciones e insatisfacciones porque no siempre podemos influir sobre lo que está fuera de nosotros. Pero sí podemos modificar lo nuestro y lo que está en nuestro interior. Una de las formas eficaces de lograrlo es desechando el paradigma del “quiero que seas como yo quiero” y reemplazarlo por el paradigma del respeto y la aceptación: “Me gustas como eres; está bien que seas, pienses y actúes así; es valioso e importante que seamos diferentes; no voy a dejarme afectar porque el mundo, las cosas ni los demás”. No piensan, ni hacen lo que a mí me parece; trataré de respetarlos y aceptarlos tal como son, de manera sincera y me siento contento de que así sea. Lo contrario sólo me trae reacciones negativas que me atormentan.
La práctica del respeto y aceptación obviamente requiere que las dos personas se muestren autenticas desde un principio. Para nosotros, respetarnos y aceptarnos ha sido increíblemente liberador y nos aporta mucha paz, gozo y armonía en nuestra vida personal y de pareja, aunque no negamos que a veces nos dejamos perturbar cuando algo no sale como queremos o no responde a nuestras expectativas, o cometemos el error de juzgar y criticar al otro cuando no se acomoda a nuestros patrones de pensamiento o comportamiento.
 
Conocer y valorar nuestras diferencias
Somos seres sociables por naturaleza y nacimos para enriquecernos mutuamente y complementarnos, lo cual sólo se logra gracias a que somos diferentes, ya que si todos fuéramos iguales, no tendríamos nada que compartir, sólo existiría una aburridora uniformidad. Esto lo confirmamos al desarrollar las características de hombres y mujeres y concluir que somos tan diferentes, casi como seres de distintos planetas.
Lo interesante y el mayor desafío, es llegar a conocer esas diferencias y abrirnos a ellas con cariño, entusiasmo y comprensión, para poder aprovecharlas, disfrutarlas y hacer de ellas factores de crecimiento de la pareja. Sin embargo, llegar a este punto no es posible si no tenemos una firme autoestima que nos dé la seguridad necesaria para sentirnos seres únicos, especiales, buenos y valiosos, dignos de ser amados, respetados y aceptados. Una vez alcanzado este objetivo, podemos darnos el lujo de considerar al otro, asimismo, como un ser único, especial, bueno y valioso, digno de ser amado, respetado y aceptado. Entonces comenzaremos a asumir en nuestra relación el enfoque, basado en la igualdad, del “yo gano/tú ganas”, el cual, unido al amor a sí mismo, nos ayuda a satisfacer mejor nuestras necesidades básicas, mías y del otro, a través de la corresponsabilidad, la asertividad y la sinergia.
La corresponsabilidad significa que cada uno se siente responsable, comprometido con el otro y con la mutua decisión de amarse y dispuesto a compartir y afrontar esta estupenda tarea, en igualdad de condiciones, con los mismos derechos y los mismos deberes. La asertividad es la capacidad de hacerse respetar del otro, con firmeza y seguridad en sí mismo, pero con infinito afecto y respeto por el ser amado. Es saber conservar el equilibrio, sin caer en ninguno de los dos extremos, igualmente perniciosos: la sumisión por un lado, la opresión y el dominio por el otro.
La sinergia es el resultado casi milagroso de unir la fuerza de los dos, donde el todo es mucho más que la suma de las partes. Un claro ejemplo de este poder maravilloso es la unión de amor de pareja que luego procrea un hijo. La base de la sinergia y lo que la hace tan eficaz son nuestras diferencias. En la pareja, esta sinergia se potencializa aún más cuando acude en su ayuda una tercera persona muy especial que es Dios, con su amor y su gracia infinitos.
Una vez que conocemos, respetamos y aceptamos nuestras diferencias, que tenemos una alta y adecuada imagen de nosotros mismos y del otro, que actuamos en forma corresponsable y asertiva y que buscamos la sinergia en nuestra relación de amor, desembocamos en algo que nos da fuerza para lograr nuestros sueños y construir con nuestro esfuerzo un futuro promisorio: el ser proactivos, como personas y como pareja. Ser proactivo es la habilidad de actuar con base en principios y valores, más que reaccionar con base en la emoción o las circunstancias. Es lo opuesto a las personas reactivas que reaccionan automáticamente, en forma negativa y con enojo, ante cualquier cosa, aún la más insignificante, mortificándose y mortificando al otro, menoscabando poco a poco la relación.
Recordemos que nuestras diferencias hicieron posible que nos enamoráramos un día y que pudiéramos seguir complementándonos a lo largo de nuestra vida en común. Las diferencias son también las que posibilitan la vida social y todas las manifestaciones de la ciencia y la cultura.
 
Una comunicación frecuente y profunda
La comunicación es el proceso por el cual hacemos partícipe a otra persona de lo que somos, pensamos, sentimos y tenemos, sin esperar que esa persona adivine nuestras emociones. En la pareja, se puede hablar de la “comunicación interpersonal afectiva” como la clave para que la relación perdure, ya que mediante ella nos damos a conocer al ser amado y, a la vez, él nos permite conocerlo. Una de las cosas más significativas en la relación de pareja es el compromiso que tienen de comunicarse el uno con el otro en una forma íntima y profunda. Deben revelarse completamente Uds. mismos, de una manera física, mental, psicológica y espiritual; y tienen que ser totalmente abiertos para escuchar las revelaciones de la otra persona.
No podemos amar verdaderamente lo que no conocemos. A su vez, el conocimiento del otro fortalece el amor y por ello la comunicación sincera es vital para hacer crecer el afecto entre nosotros dos. De la calidad de nuestra comunicación depende la calidad de nuestra relación, puesto que la comunicación nos permite satisfacer nuestras necesidades fundamentales al compartir nuestros pensamientos, sentimientos, valores y sueños. A ésta la llamamos también el diálogo de pareja.
En una correcta comunicación buscamos primero comprender al otro y después ser comprendidos. Comprender significa entender al otro, a través de la empatía, ponerse en su lugar y “caminar un trecho con sus zapatos”. Empatía es lograr entrar en la cabeza y el corazón de la otra persona y ver el mundo desde su perspectiva, con sus propios anteojos, ya que cada persona tiene los suyos, diferentes a los de los demás. Cuando no existe la comprensión, fácilmente criticamos y juzgamos al otro, o le damos consejos inadecuados, creando entre nosotros distancias insalvables, malentendidos e interpretaciones falsas que deterioran nuestra unión. En cambio, cuando logramos comprender al otro y ser comprendidos por él, estaremos preparados para aceptarnos mutuamente y podremos influenciarnos recíprocamente, o darle y recibir de él consejos, sin sentirnos atacados o subvalorados por ello.
Los desacuerdos no nos pueden llevar a pelear con el otro, ni a criticarlo, ni a quererlo cambiar. Los desacuerdos, cuando son manejados positivamente, son fuente de mayor amor y entendimiento y permiten crecer en la relación y en el trato con los demás. Vale la pena mejorar en este aspecto que va a estar presente siempre en nuestra vida.

Crisis de pareja



 
El mundo actual se caracteriza por el cambio permanente y por la crisis que ese cambio genera tantas veces en diversos aspectos. Todo esto, indudablemente, nos afecta a todos los individuos y por ende, a todas las parejas, de modo que de nuestra capacidad de adaptación a ellos, depende nuestra evolución, positiva o negativa. Las crisis son momentos decisivos en la vida de las personas y/o de las parejas, generadas en unos casos por situaciones externas y en otros por factores internos. Se dan cuando todo parece replantearse y se pierde la orientación personal y de pareja. Nos sentimos abrumados, sin saber qué camino tomar ni cómo afrontar las circunstancias críticas que se viven.
Si nos damos cuenta de que pasamos por un momento de crisis, debemos proceder a trabajar en ello y buscarle salidas positivas para no originar roces y dificultades innecesarias. Ante una crisis, lo primero que debe hacerse es reconocer que se está pasando por ella y que nos plantea una etapa crucial que debemos enfrentar con valentía y decisión, sin amilanarnos ni querer negarla. No podemos permitir que la crisis nos paralice y nos mantenga quedarnos cruzados de brazos esperando que se arregle por sí sola (o por Dios), mucho menos huir de ella; es necesario salir a su encuentro y convertirla en fuente de progreso para nosotros, pues su solución no está en la pasividad ni tampoco en dejarnos llevar por el pánico o la sensación de derrota. Debemos convertirlas en valiosas oportunidades de crecimiento y maduración.
Sólo podremos afrontar en forma efectiva las crisis si estamos estrechamente unidos como pareja, si somos afectuosos y solidarios el uno con el otro, si dejamos nuestro egoísmo (y nuestro orgullo) y tenemos siempre presente nuestra meta común que es hacer de nuestra relación lo más importante en nuestra vida. Asimismo, para superar las crisis requerimos de la ayuda de otras personas, además de nuestra pareja, pues compartir nuestras angustias y preocupaciones con otros que han vivido experiencias similares es también algo inmensamente útil para poder vencer. Esto nos ayudará a reducir las crisis a su justa medida y recibir luces de quienes ya las han superado con éxito. Las crisis son como túneles oscuros de los cuales debemos salir fortalecidos como individuos y como pareja. Una de las formas de encontrar la luz hacia la salida reside en ciertos cambios que debemos asumir o realizar en nuestra vida personal y de pareja para rescatar toda la fuerza y el coraje que llevamos en nuestro interior.
Estas fases críticas son ocasiones valiosas que ponen a prueba nuestra grandeza y la capacidad de superación que nos lleva a descubrir nuestra riqueza escondida e ignorada hasta entonces. Cuando logramos resolverlas constructivamente nos ayudan a satisfacer nuestras necesidades fundamentales y maximizan nuestra personalidad y nuestra relación de pareja, abriéndonos a nuevos horizontes de crecimiento y proyección al futuro. Por otro lado, el estrés es el exceso de tensiones a los cuales se halla sometida una persona y debido a los factores que vimos en el primer párrafo, hoy es tan frecuente que pocos seres humanos y pocas parejas, escapan a su influencia, de manera que es necesario aprender a manejarlo adecuadamente, para transformarlo en una oportunidad de crecimiento en la relación.
Es indispensable estar atentos a la presencia del estrés ya que éste es contagioso y si sólo lo padece uno de los miembros de la pareja, de no afrontarse a tiempo y adecuadamente, el otro también terminará estresado y podrán perder el control de la situación. El estrés prolongado puede enfermar a las personas y también llegar a destruir una relación y aún una familia completa. Se presenta por diversas causas, entre ellas el exceso de trabajo y/o los problemas en éste; un estilo de vida acelerado y desorganizado; unas exigencias personales y de pareja demasiado elevadas; la acumulación de preocupaciones y dificultades; los conflictos de pareja que no se resuelven constructivamente; las diversas presiones de la vida actual y otros, según cada caso personal, ya que ciertos factores que no estresan a determinado individuo pueden ser tensos para otro.
Es asimismo importante conocer cómo reacciona cada uno ante el estrés, con el fin de comprender muchas de las actitudes y comportamientos que se dan en determinados momentos. Una de las mayores diferencias entre hombres y mujeres es la manera en que enfrentan el estrés y las preocupaciones. Los hombres se concentran en sí mismos y se apartan cada vez más (se aíslan y buscan espacios a solas), mientras que las mujeres se sienten cada vez más abrumadas e involucradas emocionalmente. Él se siente mejor resolviendo los problemas de una vez por todas y atacando la fuente, mientras que ella se siente mejor hablando de los problemas y de los detalles antes que enfocarse en solucionarlos. El hecho de no comprender y no aceptar dichas diferencias puede crear una fricción innecesaria en nuestras relaciones.
Estas reacciones tan disímiles de la pareja ante el estrés pueden crear conflictos y disgustos si los dos no se dan cuenta de la manera en que cada uno actúa cuanto se siente tensionado. De ahí la importancia del diálogo y el compartir de los sentimientos, necesidades y comportamientos cuando uno de los miembros de la pareja o ambos se hallan sometidos a situaciones de estrés. Si la esposa siente al esposo emocionalmente ausente no debe tomarlo como algo personal sino que debe explorar si está sintiéndose estresado por alguna razón y a su vez él, aunque sienta deseos de estar a solas, si se da cuenta de que su esposa se siente presa del estrés, debe escucharla y ayudarla para que le comparta todo lo que desea expresar. Cuando el estrés se presenta en la vida de pareja, ambos deben brindarse mutuamente apoyo emocional, especialmente a través de una buena comunicación. Cada uno debe tener en cuenta las necesidades del otro y si es el caso, antes de dialogar, dedicarse un tiempo para reflexionar y explorar en sí mismos las causas del estrés, sus preocupaciones, emociones, sentimientos y pensamientos, antes de comunicárselos al otro, para encontrar, unidos, salidas a las tensiones que los afectan y elaborar un plan de acción conjunto.
Realizar actividades juntos que les permitan dedicarse al ocio y al descanso puede ayudar a la pareja a aliviar el estrés y contribuirán a fortalecer su convivencia. Asimismo, es importante utilizar el poder de la mente para controlar nuestros pensamientos y emociones negativos y destructivos; afrontar la realidad como es y no querer que sea según las cosas que imaginamos (generalmente fuera de la realidad); evitar las presiones y los conflictos; tratar de conservar en todo momento la serenidad exterior y la paz interior, no dejándose llevar por la agitación de otros sino más bien esforzándose por trasmitirles la propia energía positiva; poner en los momentos de estrés un toque de humor; cuidar el régimen alimenticio; distribuir eficientemente el tiempo; aprender a convivir con las tensiones inevitables; encontrarle solución a los problemas. Para ello, otra de las soluciones eficaces que permite manejar el estrés consiste en aprender a distribuir mejor nuestro tiempo personal y de pareja para disminuir las tensiones y no sentirnos agobiados por la carga de demasiadas cosas por hacer, sin espacios para descansar y divertirnos sanamente.
Muchas veces no encontramos ni siquiera un momento para compartir con calma los dos. Esto es ya una señal de peligro en la convivencia que debe movernos a hacer un alto, reflexionar y revisar nuestra cotidianidad para replantearnos nuestras prioridades, nuestras necesidades y reestructurar nuestro plan de vida, de modo que organicemos nuestro día para hacer rendir al máximo cada instante que tengamos en función de nosotros dos y de nuestros hijos (si los hay).
Cada uno de nosotros tiene una amplia gama de preocupaciones: la salud, familia, los problemas del trabajo, las hipotecas, etc... Podemos separarlas de las cosas con las que no tenemos ningún compromiso mental o emocional creando un círculo de preocupación. Cuando revisamos las cosas que están dentro de nuestro círculo de preocupación resulta evidente que sobre algunas de ellas no tenemos ningún control real y, con respecto a otras, podemos hacer algo. Podemos identificar las preocupaciones de este último grupo circunscribiéndolas dentro de un círculo de influencia más pequeño. Al analizar a cuál de estos círculos dedicamos más tiempo y energía como personas y como pareja, podemos darnos cuenta de si los estamos aprovechando bien o no. Si dedicamos nuestro tiempo a lo que está dentro del círculo de influencia, estaremos haciendo un uso correcto de él. En cambio, si lo dedicamos a cosas que están en nuestro círculo de preocupación, lo estaremos desperdiciando, lamentablemente. Esto ocurre cuando nos angustiamos por algo que está fuera de nuestro control, en lugar de ocuparnos en modificar situaciones que no nos gustan y que podemos cambiar si cambiamos nosotros mismos en algún aspecto.
Es el caso de la esposa que no se siente bien porque su esposo tiene muchas amistades (femeninas) en su trabajo. Esto para ella estaría fuera de su círculo de influencia pues sería prácticamente tratar de cambiar la personalidad de su esposo. Hay esposos que tratan de que su esposa sea parte de su círculo social. En este caso, sería más realista que la esposa se esfuerce ella misma en adaptarse al círculo social de su esposo para ser más tolerante y aceptarlo como él es. La comunicación es un elemento vital que, al mismo tiempo, nos ayuda a controlar en pareja las crisis y/o el estrés que nos afectan y nos permite enfrentar las áreas difíciles con amor y serenidad, para llevarnos, poco a poco, hacia el cambio que necesitamos, tanto a nivel individual como en pareja y en familia

APRENDA A DAR Y PEDIR PERDÓN


Vivir con resentimientos, es casi como estar muerto, afirman algunos expertos. “El ser humano por naturaleza espiritual, es capaz de albergar en su interior un montón de cosas buenas. Cuando empieza a sentir solo emociones negativas, es como que le entrara un virus. La ira, el odio y el resentimiento pasan por todo el cuerpo, son sensaciones dañinas que lo contaminan y acaban con él”, dice la doctora Bertha de Farah, terapeuta profesional.
Recuerda que en más de una ocasión ha tenido en su consultorio, madres e hijos que viven resentidos mutuamente, parejas afligidas que pelean constantemente porque hay algo inconcluso entre ellos, pues siguen a la espera de algo tan sencillo como el pedir perdón. “Este asunto va más allá de una práctica religiosa, es un ejercicio que se hace cuando se tiene la capacidad de darse cuenta del daño ocasionado y cuando se toma consciencia de que el rencor no le hace bien a ningún cuerpo. No debemos dejarnos arrastrar por las emociones, por lo que me hizo o no una persona, por lo que dijo o no dijo; hay que dar un paso a la reconciliación permanente”, sugiere.
TODO EMPIEZA POR UNO MISMO
Pero el paso inicial para liberarse de cualquier resentimiento, es perdonarse a uno mismo y empezar a quererse. “Muchas veces queremos perdonar a quien nos lo pide, pero no podemos hacerlo porque ni siquiera nos hemos perdonado a nosotros mismos por nuestros errores. Somos nuestros propios verdugos, nos juzgamos y criticamos duramente y terminamos impotentes”, asegura la psicóloga clínica, Sandra de Camba.
La base del perdón está en tener la capacidad de aceptar que se es humano, con virtudes que se pueden potencializar y defectos que se deben ir corrigiendo. “Perdón no quiere decir que yo justifico lo que está mal, sino que comprendo. Es como un regalo que me doy a mí mismo para ser consciente de lo que está pasando a mi alrededor y cuáles son las decisiones adecuadas que puedo tomar en mi vida”, acota la especialista.
Si no se logra culminar este proceso, se termina reflejando los errores propios en el comportamiento ajeno. “Mis defectos los busco en los demás, no los reconozco en mí pero sí los señalo en el resto. Esto impide aceptar que todos cometemos errores consciente e inconscientemente”.
EL OBJETIVO: RECUPERAR RELACIONES
Y si una persona guarda oculto un resentimiento, la relación que sostenga con quien lo ha ofendido, no va a ser igual sino que se va a ver disminuida y hasta destruida. De ahí que es tan importante pedir perdón y ser perdonado, más aún si se trata de una relación entre padres e hijos.
“Muchos padres son maltratantes porque el papá los maltrató, no pudieron perdonar eso y repiten el condicionamiento con sus hijos”, lamenta Bertha de Farah, máster en Terapia Familiar.
Se crea todo un sistema de programación, porque “cuando un padre ha cometido ese error, inconscientemente está enseñándole al niño a hacer lo mismo”, explica Carol Farah, facilitador de la Escuela Gnóstica de Educación Continua, una institución que difunde el valor de perdonar.
Si la persona se da cuenta del error cometido y tiene la suficiente madurez como para asumirlo, es muy fácil que pida perdón a su hijo. “Lo coge y le dice: me di cuenta de mi error, quiero pedirte perdón porque te ofendí sin querer. Eso no le quita autoridad, todo lo contrario”, asevera.
La palabra perdón es muy sanadora, totalmente constructiva y edificante. “Y hay una serie de recursos que los seres humanos tenemos en nuestro interior pero que no conocemos y que nos pueden servir para perdonar”, agrega Farah.
TÉCNICAS QUE FACILITAN EL PERDÓN
Aprender a respirar conscientemente, es decir, de manera abdominal, no pulmonar, ayuda a sentir el aire y alcanzar un estado de concentración y sensibilización. El autobservarse también sirve para inspeccionar el interior y depurarlo.
“Perdonar y pedir perdón es mucho más beneficioso que vivir con culpa y rencor. A veces nos hacen cosas que cuesta perdonar, pero no es imposible. Hay que sacrificar algo, el resentimiento para que surja algo bueno: el amor”, exclama.
 
TERAPIA GESTAL
1. Respire profundamente, sin pensar en nada.
2. Enfóquese en su cuerpo, tome consciencia de él. Es una forma de relajación que debe ser dirigida.
3. Traiga a su memoria un evento que le causó resentimiento y dolor en su vida.
4. Regrese a ese momento y encuadre la escena.
5. Reviva el momento y pregúntese: ¿qué fue lo que viví o escuché?, ¿qué fue lo que hizo o dijo esa persona que me causó tanto dolor?
6. Conéctese con esa emoción.
7. ¿Cómo se llama lo que siente? ¿Es dolor? ¿Sufrimiento? ¿Qué es...?
8. ¿Qué le hace sentir esa emoción? ¿Una punzada?, ¿un latido?, ¿un retortijón?
9. ¿Dónde lo siente?, ¿en el estómago?, ¿en la cabeza?, ¿en el corazón?
10. Acepte lo que siente , no lo reprima o rechace.
11. Ahora que ya sabe dónde lo siente y qué es, si pudiera darle una identidad física ¿a qué se le parece?, ¿a un cuchillo?, ¿a un martillo?, ¿a qué...?
12. Sáquelo de su mente y póngalo al frente suyo.
13. Pregúntele: ¿Qué quieres? Y escuche respuestas.
14. Note qué pasa con su cuerpo cuando empieza a sentir todo esto. ¿Ganas de qué le dan?
15. Sígalo cuestionando, pregúntele: ¿por qué me haces sentir esto?, ¿de qué nos sirve?
16. Y cuando ya se haya quedado sin argumentos, desinstalará ese odio y habrá que instalar amor.*

Ocho mitos sobre el amor



 
Las relaciones amorosas están construidas sobre una serie de experiencias, ideas y prejuicios. Los perjuicios son hasta cierto punto útiles porque nos permiten interpretar lo que ocurre y tomar decisiones. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar si esas ideas realmente funcionan en nuestra propia relación o si sólo son mitos urbanos. Aquí hay algunos que parecen bastante comunes y que podemos poner a revisión:
1.    Si me ama, entonces debería leer mi mente: Es cierto que cuando uno ama al otro se da a la tarea de conocerlo, de presentir e intuir sus necesidades o sus reacciones. Pero las personas ya las circunstancias cambian con el tiempo. Algo que puede parecernos divertido un día, al siguiente día puede resultarnos aburrido. Esperar que el otro adivine nuestro pensamiento es asignarle una responsabilidad muy grande que, en principio, nos corresponde sólo a nosotros. Si queremos lograr algo, entonces debemos saber expresar nuestras necesidades.
2.    Nos contamos todo. Tener una buena comunicación en pareja es fundamental, pero de ahí a contarse absolutamente todo hay una enorme diferencia. Uno puede dar el mensaje general, pero tiene derecho a guardar ciertos detalles o capítulos de su vida; incluso hay aspectos de la vida del otro que uno realmente no quisiera conocer. Cultivar el misterio también es una forma de prolongar el interés, pero ojo, si los secretos afectan a la relación y se convierten en obstáculos, entonces hay que ser transparentes. No podemos culpar a la pareja por algo que no hizo pero que nosotros relacionamos con un acontecimiento de nuestro pasado.
3.    Los celos son una prueba de amor. Me parece que los celos están muy lejos de ser una prueba de amor, incluso pueden destruir el amor y minar la confianza. Si una persona critica a su pareja por las amistades que tiene, por su forma de relacionarse con otras personas ya sea en reuniones sociales o de trabajo… la otra persona se sentirá incómoda. Hay gente que se vuelve celosa sin tener motivos reales (se imaginan cosas que no son) y es que los miedos pueden hacerlos interpretar ciertas situaciones o actitudes como amenazas. Todos somos celosos en mayor o menor medida, ya sea porque andamos con la autoestima en el suelo, porque tenemos miedo a estar solos, porque no queremos perder lo que hemos construido… porque no queremos ser traicionados. Lo importante es solucionarlo de manera que eso no termine por transformarnos en espías o inquisidores de nuestra pareja.
4.    Amor es fidelidad. La fidelidad no es algo que uno tome del anaquel y lo aplique a su vida como un shampoo, es más bien algo que se define y se construye en pareja. Para unos, ser infiel implica tener una relación en otra parte, para otros, basta con coquetear con alguien o también con esconder información o mentir. Así como hay relaciones que piden exclusividad a toda costa, hay otras que optan por la aventura y la variedad. Pero en este aspecto y en estricto sentido, lo que define a una pareja ganadora es el espacio de libertad que se brindan uno al otro para poder elegir las amistades por ejemplo y la confianza que construyen mutuamente. No podemos exigir algo si no lo damos. No podemos criticar a nuestra pareja por no ser sincera, cuando somos nosotros los que nos guardamos algo que afecta la relación. Por eso, es importante que cada pareja haga sus propios acuerdos, los negocie con honestidad y se comprometa a respetarlos.
5.    Si el sexo funciona, todo funciona. Creo que la satisfacción conyugal, la satisfacción sexual y la satisfacción personal están muy relacionadas. Por ejemplo, en un momento de crisis (infidelidad o alejamiento), una pareja puede tener una vida sexual muy intensa, porque es una vía para canalizar los miedos, de intentar reconquistar al otro, de expresar su deseo de posesión, liberar el enojo o el resentimiento, etc. Pero eso no quiere decir que la relación ande bien o que el amor sea solo sexo. Para muchas personas, de hecho, el sexo pasa a segundo plano y lo que más se valora son cosas como la confianza, el respeto, la honestidad a la hora de decir las cosas. Hay parejas que prefieren no acercarse físicamente cuando hay problemas cotidianos. Para que una relación funcione es necesario que haya complicidad, un deseo de jugar juntos, un proyecto en común (a corto o largo plazo), una admiración mutua, un sentimiento de que el otro es especial y de que quieres construir un futuro con esa persona... El sexo por sí solo no puede darnos todo eso, ¿o sí?
6.    El tiempo lo arregla todo. Por un lado, el tiempo permite tomar distancia y mirar las cosas desde una perspectiva distinta. Hay personas que necesitan un poco más de tiempo que otras para reflexionar cada situación y en parte eso es bueno, porque permite poner las cosas sobre la balanza y tomar decisiones apropiadas. Pero a veces, no afrontar las cosas a tiempo puede hacer que un problema pequeño se convierta en algo sumamente muy grande. Entre más importante sea el asunto, más apremiante se hace encontrar soluciones juntos. Si es algo que podemos dejar pasar, adelante, pero si nos está amargando la vida, es mejor hablarlo a tiempo.
7.    Mi amor lo va a cambiar. Este es un problema más común en las mujeres, pues creemos que ese “chico malo” que hemos elegido cambiará solo por el hecho de que nosotras lo amemos. Pero en realidad nadie tiene el poder de cambiar a otra persona si ella no quiere cambiar por convicción propia; los cambios forzados siempre son superficiales y a la larga generan frustración. Además, los cambios forzados quitan libertad y las personas necesitamos sentirnos libres. Uno no es responsable de la felicidad del otro, si acaso puede motivarlo a trabajar sobre sí mismo. Uno de los objetivos de la pareja es ayudarse a crecer juntos pero manteniendo la libertad individual, no estamos obligados a cumplir con las expectativas del otro ni a aceptar sus criticas por mero capricho.
8.    Discusiones, un mal necesario. Antes de vivir en pareja uno confía en lo que dice el final de la película: “… y vivieron felices para siempre”. Pero después vienen los días difíciles, las discusiones, los problemas serios y entonces uno siente que el amor no es como se lo contaron. Las discusiones son necesarias, sobre todo en los periodos de adaptación y cambio. Se dice que buena parte del éxito de una relación está en la capacidad para resolver los conflictos. Pero si éstos se vuelven el pan de todos los días, si lo que hay no es un afán de resolver o construir sino de criticar y destruir al otro, entonces estamos hablando de diferencias irreconciliables. Si lo primero que haces al hablar con el otro es criticarlo porque dijo algo que no te pareció, porque no adivina tus pensamientos o porque se lleva “demasiado” bien con sus amistades… entonces primero debes cambiar tu mismo antes de intentar cambiar al otro. Evita crear discusiones donde no las hay, no dejes que tus miedos te dominen… ¡enfréntalos!