jueves, 3 de julio de 2014

Crisis de pareja



 
El mundo actual se caracteriza por el cambio permanente y por la crisis que ese cambio genera tantas veces en diversos aspectos. Todo esto, indudablemente, nos afecta a todos los individuos y por ende, a todas las parejas, de modo que de nuestra capacidad de adaptación a ellos, depende nuestra evolución, positiva o negativa. Las crisis son momentos decisivos en la vida de las personas y/o de las parejas, generadas en unos casos por situaciones externas y en otros por factores internos. Se dan cuando todo parece replantearse y se pierde la orientación personal y de pareja. Nos sentimos abrumados, sin saber qué camino tomar ni cómo afrontar las circunstancias críticas que se viven.
Si nos damos cuenta de que pasamos por un momento de crisis, debemos proceder a trabajar en ello y buscarle salidas positivas para no originar roces y dificultades innecesarias. Ante una crisis, lo primero que debe hacerse es reconocer que se está pasando por ella y que nos plantea una etapa crucial que debemos enfrentar con valentía y decisión, sin amilanarnos ni querer negarla. No podemos permitir que la crisis nos paralice y nos mantenga quedarnos cruzados de brazos esperando que se arregle por sí sola (o por Dios), mucho menos huir de ella; es necesario salir a su encuentro y convertirla en fuente de progreso para nosotros, pues su solución no está en la pasividad ni tampoco en dejarnos llevar por el pánico o la sensación de derrota. Debemos convertirlas en valiosas oportunidades de crecimiento y maduración.
Sólo podremos afrontar en forma efectiva las crisis si estamos estrechamente unidos como pareja, si somos afectuosos y solidarios el uno con el otro, si dejamos nuestro egoísmo (y nuestro orgullo) y tenemos siempre presente nuestra meta común que es hacer de nuestra relación lo más importante en nuestra vida. Asimismo, para superar las crisis requerimos de la ayuda de otras personas, además de nuestra pareja, pues compartir nuestras angustias y preocupaciones con otros que han vivido experiencias similares es también algo inmensamente útil para poder vencer. Esto nos ayudará a reducir las crisis a su justa medida y recibir luces de quienes ya las han superado con éxito. Las crisis son como túneles oscuros de los cuales debemos salir fortalecidos como individuos y como pareja. Una de las formas de encontrar la luz hacia la salida reside en ciertos cambios que debemos asumir o realizar en nuestra vida personal y de pareja para rescatar toda la fuerza y el coraje que llevamos en nuestro interior.
Estas fases críticas son ocasiones valiosas que ponen a prueba nuestra grandeza y la capacidad de superación que nos lleva a descubrir nuestra riqueza escondida e ignorada hasta entonces. Cuando logramos resolverlas constructivamente nos ayudan a satisfacer nuestras necesidades fundamentales y maximizan nuestra personalidad y nuestra relación de pareja, abriéndonos a nuevos horizontes de crecimiento y proyección al futuro. Por otro lado, el estrés es el exceso de tensiones a los cuales se halla sometida una persona y debido a los factores que vimos en el primer párrafo, hoy es tan frecuente que pocos seres humanos y pocas parejas, escapan a su influencia, de manera que es necesario aprender a manejarlo adecuadamente, para transformarlo en una oportunidad de crecimiento en la relación.
Es indispensable estar atentos a la presencia del estrés ya que éste es contagioso y si sólo lo padece uno de los miembros de la pareja, de no afrontarse a tiempo y adecuadamente, el otro también terminará estresado y podrán perder el control de la situación. El estrés prolongado puede enfermar a las personas y también llegar a destruir una relación y aún una familia completa. Se presenta por diversas causas, entre ellas el exceso de trabajo y/o los problemas en éste; un estilo de vida acelerado y desorganizado; unas exigencias personales y de pareja demasiado elevadas; la acumulación de preocupaciones y dificultades; los conflictos de pareja que no se resuelven constructivamente; las diversas presiones de la vida actual y otros, según cada caso personal, ya que ciertos factores que no estresan a determinado individuo pueden ser tensos para otro.
Es asimismo importante conocer cómo reacciona cada uno ante el estrés, con el fin de comprender muchas de las actitudes y comportamientos que se dan en determinados momentos. Una de las mayores diferencias entre hombres y mujeres es la manera en que enfrentan el estrés y las preocupaciones. Los hombres se concentran en sí mismos y se apartan cada vez más (se aíslan y buscan espacios a solas), mientras que las mujeres se sienten cada vez más abrumadas e involucradas emocionalmente. Él se siente mejor resolviendo los problemas de una vez por todas y atacando la fuente, mientras que ella se siente mejor hablando de los problemas y de los detalles antes que enfocarse en solucionarlos. El hecho de no comprender y no aceptar dichas diferencias puede crear una fricción innecesaria en nuestras relaciones.
Estas reacciones tan disímiles de la pareja ante el estrés pueden crear conflictos y disgustos si los dos no se dan cuenta de la manera en que cada uno actúa cuanto se siente tensionado. De ahí la importancia del diálogo y el compartir de los sentimientos, necesidades y comportamientos cuando uno de los miembros de la pareja o ambos se hallan sometidos a situaciones de estrés. Si la esposa siente al esposo emocionalmente ausente no debe tomarlo como algo personal sino que debe explorar si está sintiéndose estresado por alguna razón y a su vez él, aunque sienta deseos de estar a solas, si se da cuenta de que su esposa se siente presa del estrés, debe escucharla y ayudarla para que le comparta todo lo que desea expresar. Cuando el estrés se presenta en la vida de pareja, ambos deben brindarse mutuamente apoyo emocional, especialmente a través de una buena comunicación. Cada uno debe tener en cuenta las necesidades del otro y si es el caso, antes de dialogar, dedicarse un tiempo para reflexionar y explorar en sí mismos las causas del estrés, sus preocupaciones, emociones, sentimientos y pensamientos, antes de comunicárselos al otro, para encontrar, unidos, salidas a las tensiones que los afectan y elaborar un plan de acción conjunto.
Realizar actividades juntos que les permitan dedicarse al ocio y al descanso puede ayudar a la pareja a aliviar el estrés y contribuirán a fortalecer su convivencia. Asimismo, es importante utilizar el poder de la mente para controlar nuestros pensamientos y emociones negativos y destructivos; afrontar la realidad como es y no querer que sea según las cosas que imaginamos (generalmente fuera de la realidad); evitar las presiones y los conflictos; tratar de conservar en todo momento la serenidad exterior y la paz interior, no dejándose llevar por la agitación de otros sino más bien esforzándose por trasmitirles la propia energía positiva; poner en los momentos de estrés un toque de humor; cuidar el régimen alimenticio; distribuir eficientemente el tiempo; aprender a convivir con las tensiones inevitables; encontrarle solución a los problemas. Para ello, otra de las soluciones eficaces que permite manejar el estrés consiste en aprender a distribuir mejor nuestro tiempo personal y de pareja para disminuir las tensiones y no sentirnos agobiados por la carga de demasiadas cosas por hacer, sin espacios para descansar y divertirnos sanamente.
Muchas veces no encontramos ni siquiera un momento para compartir con calma los dos. Esto es ya una señal de peligro en la convivencia que debe movernos a hacer un alto, reflexionar y revisar nuestra cotidianidad para replantearnos nuestras prioridades, nuestras necesidades y reestructurar nuestro plan de vida, de modo que organicemos nuestro día para hacer rendir al máximo cada instante que tengamos en función de nosotros dos y de nuestros hijos (si los hay).
Cada uno de nosotros tiene una amplia gama de preocupaciones: la salud, familia, los problemas del trabajo, las hipotecas, etc... Podemos separarlas de las cosas con las que no tenemos ningún compromiso mental o emocional creando un círculo de preocupación. Cuando revisamos las cosas que están dentro de nuestro círculo de preocupación resulta evidente que sobre algunas de ellas no tenemos ningún control real y, con respecto a otras, podemos hacer algo. Podemos identificar las preocupaciones de este último grupo circunscribiéndolas dentro de un círculo de influencia más pequeño. Al analizar a cuál de estos círculos dedicamos más tiempo y energía como personas y como pareja, podemos darnos cuenta de si los estamos aprovechando bien o no. Si dedicamos nuestro tiempo a lo que está dentro del círculo de influencia, estaremos haciendo un uso correcto de él. En cambio, si lo dedicamos a cosas que están en nuestro círculo de preocupación, lo estaremos desperdiciando, lamentablemente. Esto ocurre cuando nos angustiamos por algo que está fuera de nuestro control, en lugar de ocuparnos en modificar situaciones que no nos gustan y que podemos cambiar si cambiamos nosotros mismos en algún aspecto.
Es el caso de la esposa que no se siente bien porque su esposo tiene muchas amistades (femeninas) en su trabajo. Esto para ella estaría fuera de su círculo de influencia pues sería prácticamente tratar de cambiar la personalidad de su esposo. Hay esposos que tratan de que su esposa sea parte de su círculo social. En este caso, sería más realista que la esposa se esfuerce ella misma en adaptarse al círculo social de su esposo para ser más tolerante y aceptarlo como él es. La comunicación es un elemento vital que, al mismo tiempo, nos ayuda a controlar en pareja las crisis y/o el estrés que nos afectan y nos permite enfrentar las áreas difíciles con amor y serenidad, para llevarnos, poco a poco, hacia el cambio que necesitamos, tanto a nivel individual como en pareja y en familia

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