¿Cuál es la
característica que define a un genio? Es una pregunta que se ha hecho la
humanidad a lo largo de los tiempos. Muchos quieren llegar a alcanzar la
excelencia pero sólo unos elegidos logran tal empresa. En la mayoría de casos,
no comprendemos cómo ha ocurrido que justo esa persona haya podido llegar ahí.
¿Por qué razones Picasso o Dalí pudieron llegar a desarrollar tan fructíferas e
innovadoras obras? ¿Por qué Mozart tenía una capacidad para componer mayor que
cualquiera ya a corta edad? ¿Cómo pudo Albert Einstein llegar a formular
teorías tan abstrusas como la de la relatividad?
Se suele decir que los
genios lo son gracias a un don innato: contienen el potencial necesario para
desarrollar un talento en una actividad determinada. Esta visión no es del todo
acertada. Sin duda, los genios son talentosos de forma natural, pero la
potencialidad no es la característica que define al genio. A continuación
detallaremos un total de cinco rasgos que todo genio cumple.
1. SON ANALÍTICOS E
IMPULSIVOS
Para escribir su libro
Creatividad (Paidós, 2008), el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi entrevistó a
noventa y un genios, de muchas disciplinas distintas, entre los cuales se
encontraban quince premios Nobel. Una de las conclusiones a las que se llegó
con esta investigación es que las personas de gran talento van sobrados de dos
características: curiosidad e impulsividad. “Son personas abducidas por su
trabajo, y a pesar de que estén rodeadas de personas más talentosas, su
inconmensurable deseo de conocer la realidad supone un rasgo definitorio”,
argumenta Csikszentmihalyi.
2. NO IMPORTA TANTO LA
FORMACIÓN REGLADA COMO LA DEDICACIÓN A SU ESPECIALIDAD
Tenemos tendencia a
relacionar el expediente académico con la excelencia, pero no existe tal
relación en muchos de los casos. El profesor de la Universidad de California
Dean Simonton investigó y analizó los expedientes académicos de 350 genios que
vivieron entre 1480 y 1860, entre los cuales se encontraban nombres como
Leonardo da Vinci, Galileo Galilei, Ludwig van Beethoven o Rembrandt.
Estableció que el nivel de educación formal que cada uno había recibido y fijó
parámetros de excelencia según sus obras. Las conclusiones fueron inesperadas.
La relación entre formación y excelencia conformaba un gráfico con forma de
campana: los genios más brillantes eran aquellos cuyo nivel de estudios era
medio, lo que podría equivaler a una diplomatura. Aquellos que tenían un bagaje
mayor o menor resultaban menos creativos.
Los más brillantes
siguieron estudiando de forma autodidacta, además de ser unos enamorados de su
trabajo, llegando a dedicar la mayor parte del día a sus estudios y labores.
Los creadores de mayor rango son aquellos que llevan su pasión al extremo.
3. AUTOCRÍTICOS
El psicólogo Howard
Gardner afirma que los grandes creadores como Picasso, Freud o Stravinsky
tenían un patrón afín de trabajo, fundamentado en el ensayo y error: observaban
un problema, ingeniaban una solución, la experimentaban y componían una
retroalimentación sistemática. “Los individuos geniales”, dice Gardner,
“destinan mucho tiempo en recapacitar acerca de lo que quieren conseguir, si
han tenido éxito o no y, si no lo han alcanzado, qué deben cambiar”.
Las mentes creativas
son también las más metódicas.
4. SON DEDICADOS,
SOLITARIOS Y PUEDEN LLEGAR A SER NEURÓTICOS
Los creadores están
continuamente reflexionando sobre su obra y ello conlleva algunas desventajas.
Pensar en el trabajo sin parar acarrea un desgaste en las relaciones
personales. Csikszentmihaly afirma que la mayor parte de los genios no logran
entablar relaciones sociales durante su juventud, principalmente dada su
curiosidad por disciplinas que resultan extrañas para sus semejantes. El resto
de adolescentes mantienen una actitud gregaria y no suelen estar dispuestos a
dedicar tiempo a perfeccionar sus talentos.
Algunas veces, la
dedicación que requiere ser un genio puede entenderse como una patología. Estos
sacrificios continuados pueden convertirse en obsesión: los creadores
excepcionales no tienen por qué ser felices. Sólo debemos parar a ver la
austeridad con que vivieron Freud, T.S. Eliot o Mohandas Gandhi, así como la
terrible soledad autoimpuesta que marcó la vida de Albert Einstein. Gran parte
de los genios desarrollan rasgos neuróticos: su dedicación les tornó egoístas y
maniáticos.
5. TRABAJAN POR
PASIÓN, NO POR DINERO
Los auténticos genios
viven con amor su trabajo, y rara vez se entregan a éste por dinero o
recompensa alguna, sino por pasión y vocación. “Los creadores que han
perfeccionado su obra por el placer de la actividad en sí más que por las
recompensas extrínsecas han engendrado un arte que ha sido enjuiciado
socialmente como privilegiado”, afirma el escritor Dan Pink en su libro “La
sorprendente verdad sobre qué nos motiva” (Planeta, 2000). “Asimismo, son
aquellos a los que motivaba en menor medida las recompensas extrínsecas los
que, finalmente, las recibían”
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