domingo, 8 de junio de 2014

De donde proviene tu depresión y hacia quien la desplazas


Por mas increíble que parezca, el embarazo no planificado en una mujer representa la frustración a miles de ilusiones y sueños empañados para muchas mujeres, esto se manifestara en un rencor marcado que estas madres le guardarán a su hijo venidero durante toda la vida, y aun mas se ahonda este repudio si es niña.
En mi ciudad natal vivían una mujer y su hija que caminaban dormidas.
Una noche, mientras el silencio envolvía al mundo, la mujer y su hija caminaron dormidas hasta que se reunieron en el jardín envuelto en un velo de niebla.
Y la madre habló primero:
—¡Al fin! ¡Al fin puedo decírtelo, mi enemiga! ¡A ti que destrozaste mi juventud y que has vivido edificando tu vida en las ruinas de la mía! ¡Tengo deseos de matarte!
Luego la hija habló, en estos términos:
—¡Oh, mujer odiosa, egoísta y vieja! ¡Te interpones entre
mi libérrimo ego y yo! ¡Quisieras que mi vida fuera un eco de tu propia vida marchita! ¡Desearía que estuvieras muerta!
En aquel momento cantó el gallo y ambas mujeres despertaron. La madre dijo, amablemente:
—¿Eres tú, tesoro?
Y la hija respondió con la misma amabilidad:
—Sí, soy yo, querida mía.
("Las sonámbulas", Jalil Gibrán)
El 80% de las mujeres de edad media acuden a consulta en busca de ayuda para resolver sus problemas de: Depresión, baja autoestima, inseguridad, incluso problemas de esterilidad, obortos espontaneos, desordenes menstruales y tambien enfrentan el problema de no ser queridas por su madre.
EL ODIO Y AMOR SE APRENDEN
El amor por un hijo inicia desde el momento en que se crea la idea de tenerlo y se lo planifica con la persona con la cual tu estas segura de dar por iniciada esta gran obra maestra que es un tener un hijo, pero lamentablemenete para la gran mayoría de mujeres sus embarazos no ocurren bajo estas circunstancias.
En mi consultorio el 90% de todas las muejeres que asisten a terapia tuvieron embarazos no planificados.

Sea que se dieron en la adolescencia antes de matrimonio o por violaciones o a su vez dentro de matrimonio porque es una obligación en el matrimonio concebir hijos, porque de esta forma se cumple con la familia y la sociedad.
La mamá siente rechazo por ese embarazo. Habrá miles de razones para justificar una gestación no deseada, pero a fin de cuentas significará la frustración del proyecto de vida de la madre, quien termina no queriendo al bebé.
Fruto de ello tendremos hijos con inmensas necesidades afectivas, vacios emcoionales, y tener un hijo no es una vacuna contra el odio.
Al momento del parto es innegable que haya sentimientos positivos, emociones agradables, fruto de la oxitocina, la vasopresina, y muchas endorfinas que producen dicho placer y satisfaccion. Pero al poco tiempo la madre le pasa al hijo la factura de las frustraciones de su vida, es decir, lo hace responsable de los proyectos interrumpidos, de lo que aspiró a hacer y no hizo y, al mismo tiempo, siente remordimiento por ello". Es así que el niño puede sentirse amado en un momento y rechazado al siguiente, lo que le significará un conflicto muy fuerte el descifrar ese doble mensaje te quiero-te odio.
En latinoamerica que contamos con un machismo super marcado, el hijo varón significa inconscientemente para la mamá su futuro, en otras palabras, el niño es el rey. Por ello es que la niña es asumida como responsable de que se haya trastocado la vida de la madre; es su enemigo natural. Bajo esa justificación querrá ahora que la pequeña haga lo que ella no hizo, de forma que quiere que sea una mujer preparada, culta, que sepa cocinar y la presiona a estudiar, a superarse.
"La manera de ejercer presión es comparándola y haciéndole notar lo que hace mal, con lo que la mamá va enseñándose a odiar a su hija, a alimentar su rechazo, su falta de amor si no se quiere llamar odio", indica
El inconsciente de la menor se siente tonta, fea, incapaz de hacer algo bien.
A la vez que esto ocurre, no es raro que en una reunión social la madre trate de exaltar las virtudes de su hija ante los asistentes, acción que por supuesto incomoda y provoca el rechazo de la niña, porque sabe que es falsa. La escena culmina cuando la progenitora manifiesta que su hija no la quiere, con el objetivo de que los demás se den cuenta de ello.
El sentimiento maternal que debería ser bueno se matiza por el rechazo, por culpa, porque la hija significa una persona a la que debe querer por fuerza. Hay mensajes dobles que causan aun mayor confusión.
Al paso del tiempo y en la medida en que la mujercita va alcanzando las metas trazadas para ella, resulta inevitable que despierte la envidia de quien le dio la vida, y nuevamente será blanco de agresiones.
"Quiero que mi hija sea más guapa, preparada, competente, y al lograrlo tiene que agradecérmelo, es mi creación, mi hechura, como una manera de alimentar y fortalecer sus propios fracasos y la va marcando y dirigiendo sin que la hija sepa a repetir su historia o a asemejarse en algo.
En la adultez de la hija la madre le señala lo mal que trata a su marido y se alía con éste para fastidiarla en conjunto. Por si fuera poco, el yerno se muestra como un mejor hombre a los ojos de la suegra que lo compara con su propio marido, y como resulta que éste es menos preparado y amoroso, con menor ingreso, la situación se transforma nuevamente en rencor hacia la hija.
¿Repetirá el patrón la hija?
Por supuesto que la familia en la que se ha formado la hija marcará patrones que ella repetirá en la propia, como la forma afectiva en que se llevan sus padres, de manera que a ella no le costará trabajo ser igual con su pareja e hijos. Ahora bien, es claro que la madre odiará nuevamente a su descendiente si ésta es producto de un embarazo no deseado.
Por otro lado, si la niña alcanza metas importantes durante su desarrollo y no es una mujer frustrada tendrá una apreciación distinta de sus descendientes cuando sea madre, de forma que sin proponérselo puede ser sobreprotectora pensando en dar lo que ella no tuvo.
Cuando las mujeres jóvenes acuden en busca de ayuda profesional no aceptan en primera instancia que quien las trajo al mundo no las quiera, pero tras varias sesiones lo reconocen. El primer sentimiento ante ello es la culpabilidad, ya que piensan que no cumplieron con las expectativas que en ellas se trazaron: se embarazaron, no concluyeron la escuela, etcétera. En cambio, las madres acuden al profesional con la conciencia de que han hecho algo malo, y a la postre resulta más fácil que admitan que no sienten amor por su hija y que nunca la han querido.

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